Una por no decir la mejor de mis temporadas, en el plano particular, en un campo espectacular para la práctica de este deporte y además con unos compañeros ideales, fraternales, formidables. No puedo olvidarme de una pieza importante y fundamental, la de mi entrenador José López, uno de los pocos que creyeron en mí en todos los sentidos, dándome plena libertad de actuación tanto en el aspecto técnico como en el táctico, transmitiendome su fe e incondicional esperanza, de palabra y con hechos para que pudiera hacer yo, lo que a mí más me gustaba, que no era otra cosa que intentar crear fútbol y gracias a esa total confianza y seguridad, me pude relajar, concentrar y en el terreno de juego empecé a disfrutar y me crecí y fui feliz y creo que con buen fútbol se la devolví. A él y a mí el fútbol nos unió, así que jamás podrá separarnos ya.